Gracia y Dirección

Jesús, justo antes de anunciar a Pedro que le negaría, le habla diciendo: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;

¡Qué anuncio! Es como para alarmarse ¿no? ¡Qué bueno que la frase no concluye ahí!  Jesús, inmediatamente anuncia su inagotable amor: “Pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte” Maravillosa misericordia de quien intercede ante el trono de Dios por cada uno de nosotros.

Y obviamente, Jesús continúa asegurando que su gracia no faltará y le dice a Pedro: “Tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”  

Pedro, saldrás de esto. Pedro, volverás y tan fortalecido, que podrás fortalecer a tus hermanos.

Mi esposo y yo tuvimos un gran amigo. Entrañable amigo y siervo de Dios. Lamentablemente enfermó de un cáncer y debió enfrentar los duros procesos de esta enfermedad. Le fuimos a visitar (él, vivía en otra ciudad) y una mañana mientras desayunábamos mi esposo le preguntó: ¿Cómo quieres que ore?

El respondió: Tengo miedo. No de la enfermedad ni de la muerte. Tengo miedo de flaquear. Quiero que se haga la voluntad del Señor. Y sea lo que sea, no quiero que mi fe falte. Pide que El me fortalezca en medio de este proceso, quiero llegar al final, quiero pasar por el valle y salir de él airoso.

Un año después, nuestro amigo partió a la presencia del Señor. Y su fe no faltó. Permaneció siempre firme y confiado. La gracia de Dios se manifestó de forma constante y amorosa. Y el poder de Dios se perfeccionó en su debilidad.

¿Vimos a Dios obrar en esta situación?  Claro que sí, Dios no falló. El sostuvo a nuestro hermano en los momentos más difíciles. Hizo huir el temor, le dio paz, forjó en él una fe inquebrantable y por fin descansó.  Eso es gracia, gracia inagotable que hace que, a quienes amamos a Dios todas, todas las cosas nos ayuden a bien. Aún la muerte.

(extracto libro «Gracia y Dirección». Capítulo II: «Bástate mi Gracia» . Página 24)