
Viernes 22 de enero 2021
Gracias a Dios he podido dormir bastante bien. Anoche vino uno de mis ángeles y me inyectó.
Eso me ayudó mucho.
Hoy me siento con más fuerzas, pero… No, no son suficientes y me quedo en la cama un rato más.
Dicen que lo único que debemos hacer es descansar. No hay antibióticos, nada que te mejore. Solo descansar y analgésicos.
Me llaman todos los días. Dos o tres veces por día. La persona del otro lado me dice: “Trate de no hablar” Descanse. Y en realidad no tengo ganas de hablar, ni fuerzas.
Hoy lloré, sí, Solita en mi cuarto. No sé por qué, tal vez por todo. No sé. Sólo lloré
Me duele mucho la cabeza. Quiero estar bien. Yo sé que falta poco. Y sé que va a pasar. Muy pronto va a pasar.
Los hijos se recuperan poco a poco. Eso me anima, pero los grandes tienen que regresar a casa. La hija grande va a trabajar el lunes. Yo espero que esté bien y tenga fuerzas suficientes porque uno se cansa. Se cansa mucho.
Es raro esto.
Dicen que mis dos hijos menores y yo hemos quedado registrados como “Posibles casos de Covid”
Eso, también es raro, muy raro
DIA CATORCE
Sábado 23 de enero 2021
¡Qué difícil estos días! No logro estar completamente bien.
Al menos en la mañana tuve más fuerzas.
Estoy preparando algunas cositas para los hijos. Ya se van.
Les vamos a extrañar. Todos les vamos a extrañar. Yo sé, Porque siempre es así. Hay más silencio cuando se van.
Mis hijos se aman, todos. Eso es muy bueno.
Los hermanos deberían amarse siempre. Eso sería muy bueno.
Anoche hablamos y oramos. Eso hacemos nosotros, siempre.
La pequeña dijo: Que bueno vernos y estar juntos en esto. Cuando estábamos cada uno en su cuarto, yo les extrañaba.
La hija grande dijo: No oí a nadie reclamar ni quejarse por lo que sucedió. Gracias. Eso me gustó mucho. Y que bueno que estábamos aquí y lo pasamos todos juntos.
¡Que lindas! ¿verdad?
La vida es más linda cuando nos amamos, nos respetamos y nos cuidamos. Y cuando entendemos que cada circunstancia que nos toca vivir, no tiene un por qué, sino un para qué.
Para crecer, para aprender y aprehender .
DIA QUINCE
Domingo 24 de enero 2021
Los hijos grandes ya están en su casa. Nosotros, extrañando.
Hoy me siento mejor. Y agradecida. Muy agradecida de Dios, de la vida, de los amigos.
Cuántos días dependiendo. Y estuvieron ahí. Trayendo el pan, las frutas y todo lo necesario.
Los amigos de esos que a veces, los hay más unidos que un hermano. Llamaron, vinieron y hasta enviaron regalos.
Si, los amigos de nuestros hijos grandes, los que viven lejos o estaban lejos, también estuvieron. Enviando regalitos y palabras de ánimo.
Y los amigos de siempre. Esos a quienes no tienes que llamar, porque siempre están.
Todos inmensamente maravillosos. Todos han sido una bendición.
Ha sido un día tranquilo, un día de orar y pensar. Tal vez todo ya va quedando atrás.
Perdí el olfato, recién hoy, Sí. Es raro esto.
Y casi no distingo sabores. Pero bueno. Ya está.
Esto ya se va…
El Covid nos vino a enfermar, pero nos hizo mejores personas. Más vulnerables, pero más amables. Más dependientes, pero menos orgullosos.
Mas silenciosos, más reflexivos y más, mucho más agradecidos.
Seguiremos adelante, enfrentando todos los desafíos que la vida nos presente. Sean grandes o pequeños, no importa. Porque no estamos solos. Estamos rodeados de ángeles. De esos de carne y hueso que aparecen siempre, justo ahí.
Porque la vida mi amigo, mi amiga; la vida no se puede sólo, no se puede sóla.
Si no ves ángeles a tu alrededor, tal vez sea, que nunca fuiste uno.