COVID EN CASA – BITACORA

DIA UNO: Sábado 09 de enero 2021:

Estamos listos para cenar. Toda la familia entusiasmada en compartir y disfrutar la mesa.

Mis hijos mayores, reciben una llamada… Los demás nos miramos extrañados… ¿Pasa algo? ¿Quién es?

Les informan que el jueves anterior estuvieron en contacto estrecho de un caso positivo de COVID.

Siempre tuve temor al Covid. Pero estoy tranquila. No me siento bien pues he estado con síntomas severos de alergia asmática.

La cena acabó. Todos intentamos pensar, pero es difícil.

Rápidamente, decido hacerme un PCR, mi hijo mayor me lleva al centro de salud más cercano. Ambos en silencio, los dos con mascarilla y escudo.

Pasan miles de pensamientos por mi cabeza, claro, soy diabética, hipertensa y estoy pasando por una crisis alérgica.

En el hall del centro médico mi hijo me mira reflejando profundo dolor y temor mientras dice “perdón” …

No. Nada que perdonar. Somos familia y vamos a salir de esto juntos. Lamentar no sirve, nunca sirve. 

Esta familia no se ha rendido ante las batallas más duras. No lo hará esta vez. Estamos juntos en esto.

DIA DOS:

Domingo 10 de enero 2021.

Estoy más ansiosa hoy, espero los resultados de mi examen, pero tarda, tarda demasiado.

¿Es siempre así? 

Seguimos todos juntos, pero más distanciados.

 ¿Cuál es la posibilidad de que alguno sea positivo y esté contagiando al resto?  Al fin y al cabo, es tan reciente.

Sabemos tanto y tan poco a la vez.

DIA TRES

Lunes 11 de enero.

Mi examen salió negativo, ¡¡excelente!!  Además, me siento bien. No al 100%, pero bien. ¡¡Vamos!! Tal vez sea solo un susto.

Mi hijo mayor tiene un poco de… ¿“alergia”?  Se aleja cada vez más del resto. Parece sentir temor y quiere ser responsable.

Los demás parecen muy tranquilos y confiados. La Fe permanece intacta

DIA CUATRO:

Martes 12 de enero

Los hijos mayores (mi hijo y su esposa) salen sin avisar. Llega un mensaje de whatsApp: “Familia, fuimos a hacernos un PCR”.

¡Que pena! Justo hoy están de aniversario de matrimonio. No quiero que pase desapercibido y hago los arreglos para que alguien nos traiga algo especial para la cena. El Covid no va a impedir que se sientan amados por su familia.

En la tarde mi hija menor, como siempre, hace algunos ejercicios al aire libre (vivimos en el campo, una gran ventaja) Regresa pronto y comenta: Me sentí agitada,  no es normal, no resistí lo de siempre.

Las miradas vuelven a cruzarse, inquietas.

Cenamos y nos alegramos por los dos añitos de matrimonio de nuestros hijos pero, hay incertidumbre.

DIA CINCO:

Miércoles 13 de enero

Los síntomas ya son obvios y decidimos que todos permanecerán aislados. Es el momento de tomar decisiones más drásticas. Por cuidarnos el uno al otro. Para proteger a los más adultos.

 Los resultados de nuestros hijos aún no llegan

¿Tanto demora? ¿Siempre es así?

Es tarde, de noche y la noticia llegó. Ambos positivos al Covid 19.

Oramos, porque eso hacemos nosotros siempre. Acudimos a Dios pidiendo nos guarde y nos dé las fuerzas para enfrentar este trance.

DIA SEIS

Jueves 14 de enero

Bueno, gracias a Dios que mi esposo, mi hijo del medio y yo estamos bien. Podemos atender al resto que comienza a complicarse con los ´síntomas. 

¿Les duele la cabeza? A unos sí, a otros no.

¿Tos, decaimiento, congestión? A unos sí y a otros no.

¿Dolor de garganta? A unos sí, a otros no.

Es tan extraño, tan impredecible, tan ambiguo y hasta caprichoso…

Decido organizarme, así que instalo pequeñas mesas a la puerta de sus cuartos. Ahí dejaré la comida y todo lo que vayan necesitando.

Ups, y ¿cómo hago las compras?  Estamos todos en cuarentena. ¿A quien acudo?

Noooo, si ni quiera alcancé a pensarlo. Ya estaban los amigos y vecinos ofreciendo todo lo necesario. Y obvio, nuestra iglesia ahí, al pie del cañón. No pedí y llegaron útiles de aseo, comida, bebestibles, todo.

Gracias Dios por los amigos. Me hizo sentido el salmo 68: 6   “El hace habitar en familia al desamparado”

Genial. Los amigos, vecinos, iglesia se han vuelto mi familia. No estamos solos en esto.

Ah, llamaron del departamento de Salud. Pidieron datos e indicaron fecha de cuarentena.

Yo tenía preguntas pero me dijeron que llamarían del centro médico al que pertenezco.

DIA SIETE

Viernes 15 de enero

Estoy impresionada. Me siento bien y tengo fuerzas.

¿Mis hijos?  Los escucho toser. Me da pena. Quiero que estén bien. Trato de asegurarme que tengan todo lo que necesitan para alivianar en algo este duro proceso.

¿Duele algo? No, no tanto. Lo que duele es no saber, no conocer. Eso siempre duele.

Hoy nuestro hijo ha comenzado con síntomas. Uff, pensé que él se había librado. Pero no, creo que no.

Decidimos que también inicia tratamiento y aislamiento. Ya son cuatro en casa.

DIA OCHO

Mi hija (nuera) me escribe: Parece que hubiéramos peleado una batalla, tenemos mucho dolor muscular, más que nada en la espalda. Un poco de tos, no mucha. No hay fiebre

La menor, sigue muy agotada y decaída. Necesito que se alimente y tome sus remedios, pero se me hace un poco difícil.

Me molesto un poco y le digo con firmeza: “Necesito que me ayudes” Toma tus remedios a las horas indicadas y come todo.

Todos deben alimentarse. Algunos no sienten sabor ni olor, pero por ahora es necesario comer por la razón. Obligándose a sí mismos.

Gracias a Dios están en casa todos. Puedo cuidar de ellos, o al menos eso creo.

DIA NUEVE

Domingo 17 de enero 2021

Mi hija menor amaneció mejor. Lo noté en su voz, cuando fui a dejarle el desayuno.

Se lo entrego por la ventana, lo dejo en un escritorio que ella misma acercó a la ventana. No la he visto de cerca. Quiero abrazarla y decirle que todo estará bien, pero… es mejor que no.

Hace ya un par de días sale de su pieza a tomar aire; por la ventana, jaja. Los cuatro están haciendo lo mismo. Es gracioso. Los miro de lejos y agradezco a Dios por sus vidas. No se acercan, nos cuidan. El lugar es muy grande.

Pienso en aquellos que viven en pequeñas casas en medio de la ciudad y están pasando lo mismo que nosotros y me duele. 

Sí, el Covid duele. Duele en el alma, en la mente y en el espíritu.  Duele en la dignidad y muchas veces en el orgullo.

Han dormido bien, eso es bueno.

Mi esposo, bien. Apoyando en todo lo que puede. Hoy se levanto mas temprano y les hizo arroz con leche… Si, como cuando eran chiquitos. ¿Por qué no? ¿Si son sus hijos? Además sentirnos regaloneados, levanta el ánimo. Todo es más fácil así.

Hoy vinieron los ángeles. Sí, alguno de esos que están siempre ahí. Trajeron medicamentos, pan, galletas y muchas, muchas cosas.

Me sentí abrumada, emocionada y doblegada. Es bueno sentirse así. Hay que aprender que alguna vez en la vida, otros te sostendrán a ti. 

A través de la ventana les dije “ES DEMASIADO” .. La respuesta fue la justa, la necesaria, la única válida… ¡¡LES AMAMOS!!

¿Qué más?… Suficiente, no hay argumento mayor.

DIA DIEZ

Lunes 18 de enero 2021

Abrí los ojos y no, mi cuerpo quiere quedarse en cama hoy. Miré el reloj y pensé: Deben tomar sus remedios, deben comer algo, así que me levanté.

Llegue a la cocina y tuve que sentarme.

Oh oh.. esto no está bien, pensé. No me dejes ahora Señor. Necesito las fuerzas para llegar al final de esto.

Me siento muy, muy fatigada. Tal vez sea que las últimas dos noches he sudado al extremo. Varias veces he debido cambiarme el pijama.

¿Fiebre?, no no hay fiebre.

Es extraño.

Aún no llaman del centro médico. ¿Demoran tanto? ¿Siempre será así?

Bueno, los casos son muchos pero…

Después de servir el desayuno decido acostarme. Creo que lo mejor es descansar, todo lo que pueda.

Durante el día el cansancio ha permanecido, pero se hace más intenso a ratos.

Es como todos los síntomas. Vienen y van.

Además, es caprichoso.

¡Me llamaron del centro médico! ¡Que bueno¡ podré aclarar mis dudas…  Mmm no, era solo para pedir datos y saber si alguien más ha tenido síntomas, pero dicen que mañana si…

Yo, espero

Me ha dolido la cabeza, tal vez sea el calor. Si, eso debe ser. No se tienen 34 grados todos los días. Hace calor. Eso es.

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